Existen los VPI cuyo ejercicio de demostración de “ser los más arrechos” consiste en enrostrarle a los demás sus propios: títulos, años dando clase o trabajando “en eso”, años de estudio, foros asistidos o dictados, libros leídos, larga experiencia.
Estos VPI descartan la buena intuición, el sentido común o la práctica del método socrático ante cualquier tema y se aferran inflexiblemente a la Experiencia y los Títulos para dejar bien sentado que lo que ellos dicen, creen y defienden es la Verdad Absoluta.
Conozco varios, algunos son personas muy inteligentes, intelectuales pues, con magnífica verborrea hablada y excelente pluma. Pero se les nubla con frecuencia su capacidad comprensiva ante los cuestionamientos a sus posiciones o ante el hecho de que no todo el mundo percibe las cosas de la misma manera. La tolerancia, la empatía, se les quedan trabadas en la primera velocidad.
Ellos prefieren volcar, sobre quien difiera de sus argumentaciones, toneladas de “trabajos de campo”, “conferencias dictadas”, “años de camisas arremangadas”, “centenas de libros leídos” para procurar aplastar con su propia vivencia la posibilidad de pensar distinto y opinar al respecto que pueda tener otra persona basada en una lectura intuitiva de los hechos o en la práctica de la duda constante.
Son los VPI sabihondos, tendientes a crear élites, de mucho hablar y gesticular y defender cosas honorables (libertad, tolerancia, participación, igualdad…) para no confesar sus propias ideas discriminatorias que están en lo más hondo y verdadero de ellos.
Estos prefieren muchas veces rehuir la dura realidad, carente de certezas, que nos rodea día a día para montarse en una fantasía de lucha libertaria, de Quijotes cuerdos y totalmente dueños de una verdad innegable (salvo para quienes “inferiores” piensan distinto, sacan conclusiones diferentes y además lo manifiestan)
Estos VPI están atrapados en sus propios convencimientos tal como lo estamos todos en mayor o menor medida. La diferencia es que ellos padecen de una rígida fe en su lectura del mundo y actúan de manera agresiva, sutil o abiertamente, contra quien cuestione sus argumentos pero blandiendo un estandarte ruidoso y enorme que dice “libertad, tolerancia, igualdad, paz”
Cuidado con ellos.