Los esperadores

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En estos días en los que me ha tocado caminar trechos más largos en la ciudad, me he encontrado con otra subespecie de los VPI abusadores detrás del volante. Ya no son los «Come-Aceras» de los que escribí antes acá que estacionan como sea su vehículo en esos estacionamientos abiertos de algunos locales que llegan hasta la acera, dejando su carro cerrado y solo, para irse a comprar o a consumir mientras que los peatones que quieran pasar por allí deben rodear el carro metiéndose hacia la calle en donde, seguramente, otros VPI ni pensarán en tocar el freno de sus carros o motocicletas para pasar rozando al peatón obstaculizado. No. Esta vez me refiero a los «esperadores». Me explico.

Los esperadores son una especie un poco más osada de come-aceras, pues estos se quedan dentro del carro, una vez que lo atraviesan en todo el medio de la acera para que uno no pueda pasar, mientras esperan que: 1) regrese la persona que está comprando algo «rapidito» en la farmacia o la panadería, 2) baje o salga la persona que vinieron a buscar y que le dijo hace 20 minutos que bajaba en 5, 3) se desocupe el jefe del cual son choferes y se encuentra comiendo o bebiendo o ambas en una comida «de trabajo», 4) le salgan pelos a las ranas.

Estos VPI esperadores son un poco más peligrosos que los come-aceras pues están dispuestos a salirse rápidamente del carro detenido para pegarle o gritarle a quien medio los reclame algo por estar atravesados. Para los esperadores no importa que una gandola aplaste a una señora por intentar rodear su carro o que un motorizado mande a volar 10 metros a un señor por tener que caminar por el medio de la calle. No. Su espera es más importante que cualquier cosa y que los peatones vayan a ver como hacen. Típico comportamiento y pensamiento estúpido del VPI.

Esto se agrava con una policía y unos fiscales de tránsito quienes, así como hoy mandan a moverse a los esperadores, luego pasan tres días sin mandar a moverse a nadie, pese a que circulan constantemente por el mismo sitio y ven los carros atravesados. Uno puede  encontrar a los funcionarios dedicados al chateo por sus celulares o al chisme con sus otros compañeros policías debajo de algún árbol o en la esquina del semáforo.

Así que los VPI esperadores tienen todas las de ganar y si a uno se le ocurre caminarle por encima a su carro por atravesado (como sugerían hacer en campañas de TV hace años) tengan la seguridad de que el mal rato, por protestar con todo el derecho del mundo, va a ser de antología.