Arrecho hasta la muerte…literalmente

Choqueconmoto

En estos días viendo un montón de motorizados rodando a toda velocidad por calles y autopistas sin el casco, y lo que es peor, llevando pasajeros también sin casco, estuve pensando en ese aspecto de la conducta estúpida del VPI que resulta ser el más asombroso: el menosprecio por la propia salud, por la propia vida sólo para demostrar que se es más arrecho que los demás. 

Por supuesto sólo en la mente de esos irresponsables resulta cierto eso de que están mostrando que son “unos arrechos”. Para el resto del mundo lo que demuestran es una estupidez desmedida y un peligro en la calle. Eso se acaba el día que muy lamentablemente terminan lisiados o hasta muertos por un accidente feo. Allí se les acaba la fábula del más bravo. Y eso se agrava por unas autoridades que no controlan, no penalizan y peor aún no retiran a los motorizados de las autopistas siendo estas las mayores fuentes de accidentes graves con motorizados debido al alto volumen y altas velocidades de los carros, camiones y gandolas que transitan por allí. Todo el mundo se pregunta ¿Cuándo es que van a darse cuenta de lo peligroso que es eso? 

Me recordó la posición de muchas empresas de transporte pesado en las que si se les exige que los conductores usen cinturón de seguridad, casco, guantes, tengan los camiones vidrios, cauchos y frenos en buen estado y además lleven un ayudante que los releve en las peligrosas carreteras por las que transitan…pues resulta que la respuesta es “si usted quiere todo eso tiene que pagar más”, es decir, el asegurar a su propia gente representa un costo que hay que cargarle al cliente, si el cliente quiere pagar menos pues no importa, que los tipos viajen en cualquier condición, mientras más insegura mejor, porque es más barata la cosa. Contradicciones pues de este mundo civilizado en el cual vivimos. 

Y si usted paga porque los conductores tengan todo eso ocurre que entonces ellos muestran su rasgo de VPI usando esas cosas sólo cuando hay autoridades cerca “por si acaso”, de resto se olvidan de ellas porque “son incómodas” y son para “débiles” (“mamitas” como se dice en el argot machista de los VPI) sin pensar que esa incomodidad o esa arrogancia de machos se acaba cuando son aplastados en cualquier carretera como una fruta sin importancia porque le fallen los frenos o porque no tengan un cinturón de seguridad que los amarre.

Dormir, una cuestión de suerte

Durmiendo

¡Para dormir lo único que hace falta es tener sueño!”, esta es una frase fundamental, emblemática de quizá uno de los peores VPI que tiene nuestra sociedad: el que no respeta el sueño de los demás. 

Estos VPI hacen fiestas ruidosas hasta tardísimo aliñando la rumba con los karaokes más desafinados que permite la física, con gritos escarranchados celebrando cualquier chiste malo o diciendo groserías a todo volumen y con frecuencia hasta con instrumentos en vivo y directo en donde no falta un tambor o un perol metálico a modo de campana al cual además, generalmente, le pegan sin ritmo. Muchas de estas fiestas se desparraman por los pasillos o áreas comunes y sus despedidas suelen ser sufridas hasta el mínimo detalle por los vecinos que quieren dormir aunque sea el par de horas que le falta a la noche. Eso sin contar aquellas que terminan en peleas. 

También estos VPI hacen arreglos escandalosos en sus casas o apartamentos tumbando paredes, abriendo el piso o aserrando metal fuera de los días y horas establecidos por la junta de condominio para respetar las horas de sueño y los días de descanso. No importa. Al VPI eso le resbala. 

Igualmente le resbalan los ojos pelados de quienes intentan dormir con la alarma del dichoso carro al cual le suena TODA la noche TODAS las noches cada vez que le pasa al lado otro carro medio acelerando. Lo que le importa es saber que su carro está allí en donde lo dejó y donde puede escucharlo, es decir, que mientras más ruidosa sea la alarma que pueda montarle mejor. 

A estos VPI no les importa el sueño de una persona enferma, o de una persona anciana, o el de una persona que sufra de insomnio, o el de un estudiante que preocupado por su examen del día siguiente apenas puede dormir, o el de un bebé que duerme placidamente mientras su mamá aprovecha de descansar un poco. Nada de eso. Al VPI le resbala eso y más así que pónganse a pensar como considerará a las demás personas en otros aspectos de la vida que no sea el sueño. 

Por eso digo que dormir con tanto VPI alrededor es más bien una cuestión de suerte.

Expectativas no cubiertas aún

Jardinero

Este lunes 3 de diciembre me asomé a la calle, pensaba, por el resultado del día anterior que me encontraría una ciudad distinta, cambiada, de cumplimiento de normas y leyes, de respeto por los demás, de limpieza y de armonía…pero ¡que va! Me llevé la misma decepción que el lunes 4 de diciembre del año pasado. Nada cambió entonces y nada ha cambiado ahora.

En el cruce de La California hacia la Avenida Rio de Janeiro una enorme camioneta de esas nuevecitas y con vidrios ahumados casi nos chocó queriendo cruzar a lo bravo aunque el semáforo estaba malo. Tenía un gran NO pintado en el vidrio de atrás…pero igual salió a atropellar, a ser el más arrecho y a olvidarse de los demás.

Un poco más allá un motorizado con franela roja y blanca por el SI le lanzó la moto a un carro que intentaba cambiarse de canal aunque tenía la luz de cruce desde hacía por lo menos 30 metros más atrás. Lo hizo dar un frenazo y además lo insultó groseramente cuando le pasó al lado.

Y así, poco a poco entre ayer y hoy me conseguí lo mismo de siempre en la calle, en las oficinas, entre los vecinos, entre los blogueros y entre los amigos del Chat, los mismos VPI que siguen allí con sus bombas personales que los hace ser enemigos de los demás y hasta de si mismos, queriendo ser más arrechos que los demás.

Cuando vi a un vecino hoy arrojando una botella de plástico en la acera frente a su propio edificio entendí de nuevo que las soluciones para nosotros están tan lejos como lejos esté el reconocimiento de que cada uno de nosotros es quien tiene la responsabilidad en sus manos de ser mejores ciudadanos y hacer de esta ciudad y de este país algo mejor.

Esas expectativas aún no se cubren.

Imagen de Douglas Wright