VPI degradando lugares

Los alrededores del Unicentro El Marqués, especialmente en las salidas del Metro de La California y las continuaciones de las aceras con dirección Petare son un ejemplo perfecto de la degradación de un espacio público debido a la permisividad de autoridades VPI y a la terriblemente destructiva labor de los VPI autobuseros, mototaxistas y buhoneros quienes ni por asomo piensan en conservar esas calles en buen estado sino que la deterioran y afean cada día más sin importar que se haya convertido en un basural y en un terminal descontrolado, desordenado y peligrosísimo de pasajeros.

Debido a que se permite el uso de esos espacios residenciales (aceras, rayados, accesos peatonales) para otro fin completamente distinto (venta de videos ilegales, celulares, equipos, loterías, comida, funcionamiento de líneas de taxis, mototaxis y autobuses) ahora esa zona se ha convertido en un punto de alta peligrosidad delincuencial así como de embotellamiento perenne de tránsito. Los VPI, tantos los usuarios, como los comerciantes, como las autoridades que permiten esto, han degradado la zona al peor nivel sin importar que los habitantes de los edificios que rodean la zona se vean atrapados en un caos que no es de su responsabilidad y que no merecen por ningún motivo.

Ese punto era hace poco menos de 12 años un lugar despejado, de entrada desde la autopista hacia El Marqués y hacia la Av. Francisco Miranda, por donde se circulaba y caminaba con tranquilidad y sin obstáculos.

Hoy en día repugna y lo más asombroso es la velocidad con la cual esos VPI que menciono arriba degradaron o permitieron y permiten degradar la zona en detrimento de todos.

 

Foto Da y Dub

La cultura del empellón

Ya en una oportunidad escribí sobre los cambios de rol refiriéndome a unas señoras que apenas se abrieron las puertas de un vagón de El Metro me empujaron para entrar al mismo pese a que no era hora pico y había muchos asientos vacíos. Me referí al hecho de que uno un momento está entrando pero al siguiente está saliendo así que uno debería saber ponerse en el lugar de los demás como si fuera uno. Algo imposible de asumir por los VPI.

Ahora que he visitado varias veces una Clínica con mi esposa embarazada o circulando cotidianamente por el edificio de oficinas en donde trabajo he visto la misma conducta estúpida al entrar o salir de los ascensores: echar un empujón o tropezón a la persona que está delante para salir o entrar. Es lo que podemos llamar la «Cultura del Empellón», con la cual los VPI asumen que el que va adelante es «un lento» o le retrasa en su «valioso tiempo» y por lo tanto deben ser «mas vivos» o «mas arrechos» pasándole a un lado o echando una carrerita para adelantarse aunque eso implique tropezar a la persona.

Me ocurre a diario cuando utilizo el Metro con la diferencia de que somos tantos que al final es inevitable el tropezarse pero lo más insólito han sido los constantes empujones que le han hecho a mi esposa en su notable estado de gravidez por parte de personas adultas, jóvenes y hasta ancianos y ancianas, sin considerar que ella debe moverse poquito a poco por su barrigón y que además ESTAMOS EN UNA CLÍNICA.

Los VPI no consideran nada de eso. No les importa. Su apuro estúpido y su necesidad patológica de demostrar su bravura hacen que ni siquiera los embarazos, la edad o la condición física sean respetados.

Pequeñeces del VPI

Existen dos conductas estúpidas pequeñas de los VPI que demuestran cotidianamente su talante anti social y su estupidez.

Una de ellas que he mencionado aquí otras veces es la de llegar a una puerta que dice “Empuje” y entonces halarla para entrar. O llegar a una puerta que dice “Hale” y entonces empujar para entrar. Se trata quizá de la instrucción más sencilla de observar y cumplir. Claro que cuando la puerta gira hacia ambas direcciones el VPI no se da ni cuenta de su “error”. Pero si la puerta se tranca si no se abre en la dirección correcta entonces puede ser divertido observar el montón de VPI que se llevan su golpetazo por que no les da la gana de cumplir instrucciones. Un VPI que quiera demostrar lo arrecho que es no se somete a instrucciones tontas.

La otra es la de los ascensores. Usted observa en su edificio un cartelito aquí y otro allá explicando que “No se deben montar más de tres personas” y sin embargo cuando la puerta se abre en el próximo piso los VPI se meten en el ascensor hasta completar cuatro o cinco personas sin hacer caso del aviso. Cuando el ascensor se daña ellos son los primeros en quejarse de: el conserje, los vecinos, el mantenimiento, la “gente”, Chávez, la oposición, la empresa que hace los ascensores, “es que los ascensores no son como antes”…pero ni por asomo se les ocurre pensar que ellos mismos dañaron esos ascensores y se están obligando entonces a ellos mismos y a todos los demás a ir por las escaleras.

Son cosas pequeñas, tonterías quizá, pero esa misma actitud la asumen estos VPI con cosas más grandes y más importantes incluso cuando tienen en sus manos funciones de gran responsabilidad. De allí que es interesante analizar porque desde las cosas más sencillas el VPI hace las cosas a las patadas.

 

Foto Nany Leon