Carros vs Peatones

PeatonesCarros

En estos días escuchando la radio tenían en un programa como invitado al Sr. Franklin Pérez Colina, director del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre de Venezuela. 

Durante su intervención comentó sobre distintos temas pero en su mensaje final dijo textualmente “exijo a los motorizados que respeten a los conductores pero también a los conductores que respeten a los motorizados…ah y que los peatones respeten a los carros, porque tu ves algunos que se lanzan y bueno…libre Dios que un carro toque a alguno de ellos…”

En ese mensaje final faltó el llamado a los conductores para respetar a los peatones. Al fin y al cabo un peatón difícilmente de un empujón pueda hacerle daño a un carro…pero un automóvil PUEDE lesionar y hasta quitarle la vida a un peatón.

Hay dos lecturas allí, por supuesto que los peatones VPI abusan y actúan con inconsciencia cruzando por lugares indebidos y atravesándose con demasiada frecuencia lo cual retrasa o corta el flujo vehicular en muchas partes. Eso lo he comentado también anteriormente, sin embargo, el hecho de que la persona que esté al frente de un Instituto de Tránsito considere que los carros están por encima de los peatones es alarmante, pues la cosa por salud pública, por normas elementales y hasta por sentido común debe ser EXACTAMENTE AL REVÉS.

El peatón debe cumplir sus normas y leyes pero indudablemente DEBE tener preferencia en cualquier cruce o paso vehicular por el cual le toque transitar. Quizá uno no piensa mucho en eso hasta que se encuentra con un autobús de dos pisos lanzándosele encima a toda velocidad en un paso peatonal sin semáforo. ¿Les ha pasado?

La frágil vida humana no debería considerarse nunca en segundo lugar por debajo del derecho a paso de un automóvil de cualquier tipo

Los fumadores

Fumadores

El fenómeno con los fumadores es muy interesante en cuanto a su postura auto asumida de “víctimas” ante la “discriminación” que sobre ellos hacen los no fumadores. 

Es difícil entender cómo una persona que tiene un vicio cuyo producto, el humo, afecta el ambiente, la higiene y hasta la salud de si mismo y de las personas que le rodean se pretenda perseguido y apartado por las personas que no tienen dicho vicio y que por lo tanto no representan amenaza para la salud. 

Tengo amigos y familiares fumadores y su actitud procura ser la más positiva siempre que reciben la observación de, o bien echar el humo hacia otra parte o bien no fumar en determinados sitios. También he visto buena actitud en tal sentido en personas extrañas. Pero indudablemente los VPI, que no pueden faltar entre este grupo de personas, no reaccionan del todo bien ante los regaños fuertes, moderados o suaves que reciben por la práctica de su vicio en lugares públicos, ¡peor todavía si es en lugares en donde se come! 

Creo que ya es injusto de por sí para el no fumador tener que llegar al extremo de pedirle a un fumador VPI que desvíe el humo o simplemente no fume. Es una actitud chocante por su comodidad por parte del agresor (el fumador) quien prende su cigarrillo y se dice “lo apago si alguien me dice algo” poniendo la iniciativa en el lugar del agredido (el no fumador). Eso es un abuso que viene a cumplir perfectamente con las premisas del VPI clásico: Ser y demostrar ser el más arrecho y No importarle los demás. 

La actitud correcta debe ser verificar que el cigarrillo no molestará a NADIE en el lugar donde se fume y si no es posible verificarlo o si no es posible dejar de molestar a cualquier persona no fumadora simplemente NO ENCENDER el cigarrillo o fumarlo en otro lugar. Pero para el VPI la comodidad, el menor esfuerzo y el quererse imponer a lo “arrecho” siempre están por encima de lo correcto y lo justo.

La burla: otra herramienta del VPI

Burla

En Venezuela mucha gente se queja del servicio, de cómo son atendidos en lugares como restaurantes, tiendas, hoteles, bancos, etcétera. Muchos de esos que se quejan son a su vez VPI que se burlan de aquellos que desean ser serviciales o atentos de alguna manera con sus superiores o sus iguales. 

La palabra, un tanto chocante, que se usa en nuestro país para dicha burla es “jalabolas” o también “jaleti” o “chupamedias”. 

Para un VPI (ese mismo que se queja de que un cajero por ejemplo lo trató mal) resulta que ser servicial, atento, respetuoso y proactivo es sinónimo de ser “jalabolas” condición que contradice su patología de tener que ser el más arrecho siempre y además tener que demostrarlo siempre. 

Me cuenta un amigo que en su oficina una tarde se acabó el café que habían hecho un par de horas antes y entonces uno de los jefes dijo “oye, se acabó el café”. Al rato una de las personas que allí trabaja se levantó y montó un poco más para que TODOS, además del jefe, lo tomaran y disfrutaran tal como ocurre todos los días. Esa pequeñísima acción de atención para con el jefe y para con los compañeros de oficina fue calificada en voz alta y burlona por un viejo VPI de los más típicos que trabaja allí como un “jalabolismo” y estuvo un rato burlándose de quien hizo el café sintiéndose superior por eso, un macho empleado indomable pues, sin darse cuenta de que al contrario más bien quedó como una persona maleducada, grosera y escasa de valores. Todo un cuadro pues.

 Esos personajes que generan ese tipo de burla contra buenas y nobles iniciativas hacen más daño de lo que parece inhibiendo en niños o en personas débiles de carácter o en personas normales que quieren integrarse socialmente, conductas positivas, iniciativas nobles y sentimientos solidarios.  

Parece una tontería pero es más profundo de lo que parece. ¡Cuidado con las burlas fáciles al que se porta bien!