Conos del distribuidor Altamira: símbolo de nuestra enfermedad VPI

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Quizá no se hayan dado cuenta pero la colocación y distribución de unos conos para evitar el abuso de los conductores en la Autopista Francisco Fajardo, a nivel del distribuidor Altamira en Caracas, es uno de los símbolos más resaltantes de la necesidad urgente de canalizar el ansia enfermiza de los VPI por ser más arrechos, violando leyes y normas (como por ejemplo meterse por el hombrillo o meterse a lo macho a un canal central antes de terminar el rayado de incorporación) a la hora de circular pero también a la hora de ser precavidos, respetar, tolerar y cumplir.

 Siempre digo aquí y lo repito que esa actitud patológica de los VPI en su conducta diaria en nuestras calles es reflejo de una profunda enfermedad cultural, psicológica, la cual tiene a nuestra sociedad postrada ante sus propios monstruos, creados y criados en su propio seno y todavía no completamente reconocidos como para iniciar un verdadero proceso de sanación social.

 Cuando los conos no estaban, ese distribuidor era un nudo insuperable gracias a que los VPI que venían incorporándose desde Altamira, en lugar de esperar a pasar el rayado que regula gráficamente a partir de donde pueden meterse a los canales centrales, lo hacían desde un principio incorporándose casi que perpendicularmente al corredor vial. Por otra parte los que venían por la propia autopista usaban el hombrillo para “adelantar a lo arrecho” a los demás vehículos utilizando luego el rayado como otro canal para luego meterse a tropezones, frenazos, insultos y hasta “toquecitos” un poco más adelante (el tiempo ahorrado en esa maniobra estúpida de forcejeo con carros debe rondar los 30 segundos si es que no chocas u otro conductor no te corta el paso). Por eso en ese punto se decía que el canal “lento” y el hombrillo terminaban siendo más rápidos que el canal “rápido”. ¡Claro!, gracias a la conducta estúpida de los VPI.

 Ahora los conos obligan a cumplir una incorporación lógica y aunque la cola no desaparece, el caudal de vehículos fluye con naturalidad y el tiempo de retención en ese lugar se reduce notoriamente. Todos esos resultados buenos se verían de igual manera y sin conos si los VPI no actuaran como lo hacen.

 Lo malo del tema es que el día que retiren esos conos el nudo volverá a formarse como si nada. Tanta falta que le hace a esta sociedad una verdadera terapia para aprender conducta urbana, solidaridad, respeto y tolerancia

VPI afectados por la prevención

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En el edificio de oficinas cerca de donde trabajo hay una empresa grande que tiene su plan de prevención contra incendios y temblores. Hoy hicieron un simulacro de evacuación el cual incluyó la salida del edificio por la escalera de emergencias, salir del complejo de edificios y luego cruzar la Av. Francisco de Miranda hasta una zona marcada como segura en las aceras de enfrente.

 Fui testigo de parte de ese procedimiento pero lo más interesante fue notar una vez más la reacción de los VPI, a saber:

 – La brigada de seguridad de la empresa junto con los bomberos, fiscales de tránsito y policía detenían el tránsito para que los grupos de personas pasaran. El cruce de cada grupo de personas no demoraba más de un minuto, sin embargo para los VPI y su apuro estúpido era demasiado tiempo y formaban un corneteo ruidoso protestando por “perderse un semáforo verde” aun viendo que se trataba de un simulacro cuyo fin es tratar de enseñar a la gente como comportarse en una emergencia para salvar la mayor cantidad posible de vidas y sin tomar en cuenta que era apenas un minuto, máximo minuto y medio más de espera en su cotidianidad. Para el VPI es más importante que su rutinaria demostración de incultura urbana no sea interrumpida por nadie y menos por unos pendejos a quienes les gustaría no morirse en el próximo temblor por no saber que hacer. Esa conducta quizá es parte del tercermundismo con el cual tristemente nos han etiquetado.

 – Una señora que trabaja de uno de los edificios se quejaba de que los ascensores (esos mismos que usa TODOS LOS DÍAS sin contratiempos), “colapsaban por este simulacro” y “también la calle y todo”, que ella estaba de acuerdo con que se hiciera eso pero había que “hacerlo bien” o “a una mejor hora” (eran las 9:30 am), claro que como buena VPI no explica como es “hacer mejor ese simulacro” o cual es esa “mejor hora” según ella. El VPI no da soluciones alternas, sólo se queja ruidosa o calladamente y da a entender que si “el lo hiciera lo hiciera mejor” pero sin tomar nunca la iniciativa ni hacer un reclamo válido a quien de verdad pueda hacer algo por corregir la situación.

 – Las VPI que trabajan en mi oficina se burlan una vez más de los simulacros y de la precaución de abandonar el edificio cuando tiembla o hay alerta de temblor. Se ríen de quien desaloja su puesto en un temblor sin: apagar la computadora, terminarse el cafecito, echar una llamadita de aviso a la mamá, tomarse un vaso de agua…Les alcanza el ingenio para inventar burlas y chistes sobre los que “huyen despavoridos” pero no les alcanza para imaginarse las posibles consecuencias de su imprudencia arrogante quedándose sentadas en sus puestos creyendo que “este no es más que otro temblorcito más, aquí siempre tiembla”…¿que pasará el día que no sea otro temblorcito más?

Autopistas: escalofriantes gracias a los VPI

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Este fin de semana largo viajé con mi esposa y mi hijo para Valencia y Puerto Cabello. En la ciudad y en la playa todo estuvo chévere aún con el gentío pero en los trayectos de ida y venida por las autopistas la experiencia con los VPI  (como siempre) fue del asombro al escalofrío:

 – Yendo a velocidad crucero (100 a 110 KPH) por el canal central los carros, camiones, busetas y gandolas se nos venían encima haciendo cambio de luces para que nos moviéramos. Finalmente algunos pasaban por donde debe ser (el canal rápido) con mala cara y haciendo gestos y otros pasaban velozmente por el hombrillo e igualmente o nos tiraban el carro o ponían mala cara.

 – El hombrillo fue utilizado como un canal más con toda tranquilidad en todo el trayecto: camionetas de lujo, carros viejos y nuevos, autobuses. Incluso una gandola toronta rebasó a un carro pequeño peligrosísimamente por el hombrillo.

 – En Puerto Cabello se accidentó una gandola con un contenedor el cual quedó volcado sobre dos de los tres canales dejando libre sólo el rápido. La cola se alargó más de lo necesario por la insistencia estúpida de los VPI en no darle el paso a los demás en el embudo. Finalmente cuando le dimos paso a otra gandola que venía entrando al canal rápido los carros de atrás nos reclamaron por cometer la “pendejada” de dejar que la gandola pasara delante nuestro (es decir no fuimos tan arrechos como ellos). El resultado, como era de esperarse es que el paso de esa gandola NO PRODUJO NINGÚN TIPO DE ATRASO y de allí en adelante la vía se normalizó.

 – Viniendo de las playas por esa misma cola el apuro estúpido de los VPI entró en acción como si tuvieran una desesperante piquiña en alguna parte de su cuerpo. Esta gente presa de un apuro inexplicable, en una cola que avanzaba lenta pero constantemente, rebasaba los carros en cola sin importar que eso fuera un gigante irrespeto a todo, tanto por el canal de venida como por el hombrillo. Si hubieran podido pasarnos por encima lo hubieran echo también.

 Sólo el necio se burla del peligro… hasta que le sucede la desgracia. Entonces, a veces, ni oportunidad de volver a reír tiene. Así pasa con estos irresponsables VPI en nuestras vías.