Las brujas

En mi oficina trabajan tres brujas que son excelentes ejemplares vivientes de esos y esas VPI que abundan en los lugares de trabajo. También hay un patán pero de él ya hablé antes por aquí mismo.

Las tres brujas tienen cada una sus características individuales pero al mismo tiempo comparten muchas premisas típicas de este tipo de personaje: hacen mal su trabajo o con desgano, se sienten menospreciadas (pese a hacer mal su trabajo), procuran trabajar lo menos posible y sacarse de encima la mayor cantidad de tareas que puedan, hablan mal de la empresa, de sus jefes y de sus compañeros aún cuando por la octava parte de lo que les han permitido hacer aquí las hubiesen botado y hasta puesto presas en otras empresas.

La bruja mayor alias “la sabia”: esta es la típica resentida empresarial. Saca a relucir sus sopotocientos años en el puesto y un supuesto título universitario tanto para pisotear a las empleadas nuevas como para justificar su rabia por no ser “reconocida” por la empresa. Maltrata a todo aquel que dependa de ella en el trabajo y se jacta de profundos conocimientos en todas las áreas (otra excusa para humillar frecuentemente a las lentas o las brutas, según su criterio). Adicionalmente es la más arrecha en todos sus cuentos y maltrata públicamente a su hijo y a su segundo esposo, pero es que incluso le contesta mal al dueño de la empresa. Se dice que no la botan porque le sabe “muchos secretos a los jefes” y porque le pagan mucho menos de lo que tendrían que pagarle a una recién graduada, más profesional y respetuosa.

La bruja chistosa alias “mala mamá”: esta es la típica viva criolla. Pedigüeña, chismosa, cizañera. Sufre de una verborragia incontrolable la cual excusa con aquello de que si no habla “le da mal aliento”. Hace su trabajo a paso de morrocoy y mal pues pasa la mayor parte del tiempo hablando por teléfono con sus comadres o sino en constante cháchara con las otras brujas haciendo chistes de doble sentido y riéndose estruendosamente. La burla es una de sus caras y la otra es la “pobrecita yo”. Deja de comprarle medicinas a su hijo y le rinde las compotas con agua pero eso sí, tiene celular nuevo cada año y acaba de adquirir un nuevo carro. Nunca sabe nada de lo que se pregunta y por ello logra endilgarle a los demás su trabajo entre chiste y chiste. Se comenta que tampoco la botan porque no es tan mala sangre como la bruja mayor y porque, igualmente, le pagan poco. Ahora tuvo una segunda hija lo cual implica que se hará todavía más “víctima” y rendirá al doble las compotas.

La bruja miss alias “la toche”: es la niña consentida de casa quien luego de ser ensalzada como la reina de un hogar viene a querer ser tratada igualmente en la oficina. Le dicen la miss por su forma de caminar, apretando las nalgas y levantando la barbilla mirando hacia abajo al resto de los mortales (aunque se enloda feliz con las bajezas de las otras brujas). Lleva un record casi perfecto de metidas de pata en la oficina y su curva de aprendizaje es más bien una recta plana. Reacciona con inmadura, más bien digamos que infantil violencia ante reclamos, correcciones o asignaciones de nuevos trabajos. Se nota a leguas que no quiere estar en la oficina sino meterse a comerciante pero sigue viniendo a su puesto, llegando y yéndose a cualquier hora. De las 52 semanas del año solo 10 asiste todos los días, el resto falta uno o dos días, por supuesto que preferiblemente lunes o viernes, tampoco es tan toche. Tiene unas 20 conversaciones telefónicas al día de las cuales la mitad son peleas. La razón por la cual no la botan continúa siendo un misterio y ha dado pie a montones de especulaciones de las cuales no haré eco aquí.

Obvio, son brujas. Nadie las puede tocar.