En los lavamanos de los baños del edificio de oficinas donde trabajo colocaron grifos como el de la foto. Estos son de los que uno presiona para que salga un chorro de agua por varios segundos y luego se cierra solo.
En alguna parte del condominio de este edificio (seguramente en su bolsillo aunque quisiera creer ingenuamente que fue por un tema ecológico) alguien finalmente detectó la cantidad de chorros que quedaban goteando o con pequeños hilillos de agua debido, en su mayor parte, al descuido por parte de los usuarios. VPI por supuesto. No sólo concientizaron el problema sino que además dieron con la solución: los grifos automáticos.
Estos están a medio camino entre los clásicos y los activados por celda fotoeléctrica (como los que hay en el aeropuerto de Maiquetía). No se quedan goteando pero sueltan mucho más agua antes de cerrarse solos de lo que hacen los fotoeléctricos, los cuales solo funcionan mientras uno pone la mano o el cepillo debajo.
Cuando estrené estos grifos nuevos aquí pensé que se botaba mucha agua para apenas mojar el cepillo, por ejemplo, pero luego saqué la cuenta y entendí que el volumen de líquido desperdiciado por dejar la llave mal cerrada o goteando todo el santo día ES SIEMPRE muchísimo mayor que lo que se pierde por el tiempo de cerrado automático.
Una solución no humana para un problema tan profundamente humano: el descuido. Que también podríamos llamar la desidia o la insensibilidad, del VPI.
Lo mismo pasa con las puertas que se cierran solas para prevenir la pereza de los que “no tienen tiempo” de asegurarse de cerrarlas.
Pero el ahorro energético es un tema muy cultural y en eso los VPI, por supuesto, son de los más incultos personajes. Conozco a quienes no apagan luces en sus casas porque “es responsabilidad del gobierno garantizarme toda la luz que me dé la gana para derrocharla como me dé la gana” pero también conozco a quienes en forma simple y natural salen de su cuarto dejando luz y televisor prendido una, dos o más horas mientras salen a hacer cosas en otras partes de la casa y ni cuenta se dan de cuanta electricidad botan sin necesidad.
Es un largo camino el que hay que recorrer para cambiar mentalidades y cultura pero hay que recorrerlo o si no nos perderemos en la desidia. Todavía no inventan un sistema que automáticamente cumpla las leyes y respete a los demás por nosotros.